¿Te gustan las matemáticas? A mí no (lo siento). Pero, te guste o no, puede que te hayas percatado con el hecho de que, en matemáticas, uno de los principios fundamentales es ser capaz de reproducir patrones. Tienes un concepto principal que puedes aplicar a un conjunto de valores numéricos y problemas. El patrón se convierte en nuestro marco, el contexto a través del cual somos capaces de entender y resolver problemas matemáticos más complejos o abstractos. Bien, ahora que hemos hablado de matemáticas, pasemos a los temas importantes (perdón, perdón, las matemáticas también son importantes, lo sé…).
La razón por la que te cuento todo esto es porque los patrones matemáticos no son los únicos que existen en nuestros, a veces sorprendentemente capaces, cerebros. Tenemos un patrón para todo. Cuando miras una mesa, no tienes que pensar mucho para llegar a la conclusión de que es, de hecho, una mesa. Cuando ves una mesa, en tu cerebro se activa inconscientemente un patrón, un marco, que dice: “Sí, una tabla uniforme, algún tipo patas rectas, puedes colocar cosas sobre él, parece una mesa”. Cada palabra que leemos, oímos o escribimos desencadena un marco de este tipo. Lo mismo ocurre con las señales visuales y auditivas. Cada marco es altamente individual e incluye experiencias y asociaciones personales. Pero los marcos son algo más que patrones de mesas. También son una de las claves más importantes para la acción (climática), o en palabras de Max Boykoff, profesor de la Universidad de Boulder y experto en comunicación climática:
Poner en contexto y hacer campaña
De acuerdo, parece que poner en contexto es muy importante para nuestro trabajo como activistas. Uno de nuestros principales mantras siempre ha sido la objetividad, pero los hechos por sí solos no son suficientes. Las campañas exitosas necesitan un buen encuadre, porque al final es lo que nos da una verdadera perspectiva sobre el tema y, en última instancia, cambia nuestro comportamiento. Si fuera tan fácil como ir por ahí y simplemente hacer saber a la gente “Oye, hay una cosa llamada crisis climática; esto es lo que pasará si no hacemos nada ahora”, habríamos ganado esta lucha hace mucho tiempo.
Aquí es donde entra en juego el encuadre. ¿Pero cómo decidimos qué marco elegir? ¡Hay tantos! Como dice Bill McKibben, a quien también entrevisté para este artículo:
El marco que funcione depende del tipo de campaña, de su público y de sus objetivos. “No hay una bala de plata” fue la frase favorita de Max a lo largo de la entrevista. Pero hay marcos que han demostrado funcionar mejor en general. En el caso de la crisis climática, es muy importante no solo centrarse en el problema, sino también señalar las soluciones. De cara a los próximos eventos como la COP26, los marcos que podrían ser muy importantes incluyen la solidaridad global, la gente que se defiende entre sí en todo el mundo o un firme liderazgo, en forma de acuerdos y actos poderosos.
¿Nos salvarán los marcos?
Siento decírtelo, pero no. El encuadre consciente por sí solo no será lo que nos salve. Pero sin un encuadre consciente, el éxito es mucho más improbable, si no imposible. No basta con señalar los hechos. Es necesario que se vean de manera que las personas también estén dispuestas a aceptarlos y hacerlos parte de su realidad personal. La precisión en el encuadre en forma de “greenwashing” (lavado verde), por ejemplo, es lo que hace que la industria de los combustibles fósiles sea tan poderosa (para más información, lea La Historia de la Obstrucción de la Ciencia): nos creemos las mentiras, porque nos engañan con el marco. Para usar las palabras de Bill: